“La vista interna” (vol. 14): Los impactos de los primeros 100 días

El Centro de Liberación de Indianápolis se enorgullece de distribuir el boletín mensual de Asistencia a Inmigrantes Detenidos de Indiana y se complace en colaborar y apoyar la importante labor que realizan. Las actualizaciones, la información y demás que aparecen a continuación corresponden al vol. 14 (mayo de 2025).

Los primeros 100 días

Durante los primeros 100 días de la administración de Trump, hemos sentido el latigazo de legislación y órdenes ejecutivas que tienen impactos devastadores para nuestros vecinos inmigrantes. A continuación hay una lista de unos de los cambios hechos por la administración. Desde Refugio Global y AP News:

  • El reasentamiento de refugiados esencialmente se ha detenido
    • Los refugiados que fueron completamente investigados y listos para venir a los Estados Unidos tuvieron sus vuelos cancelados, dejándolos vulnerables y aquellos que estaban listos para darles la bienvenida desmoralizados.
  • Se han desmantelado otras vías de asilo
    • Solicitar asilo es un derecho legal, pero ahora prácticamente no existe ninguna vía para que lo hagan las familias que han huido de la guerra, la violencia y la persecución con la esperanza de encontrar seguridad en suelo estadounidense.
  • Las “zonas protegidas” ya no lo están
    • Los funcionarios de inmigración pueden ahora detener a personas en lugares de culto, tribunales, escuelas y hospitales. Muchas familias tienen miedo de rezar, buscar atención médica, llevar a sus hijos a la escuela, y más.
  • Ha vuelto la detención familiar
    • Niños y familias están siendo encerrados en centros de detención sin saber cuándo serán liberados.
  • El debido proceso está amenazado
    • Individuos sin antecedentes penales están siendo deportados a prisiones extranjeras bajo la Ley de Enemigos Extranjeros-la misma política responsable de los campos de internamiento japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
  • Los niños ahora deben representarse a sí mismos en los tribunales
    • Los niños no acompañados de tan sólo 3 o 4 años, muchos de los cuales han experimentado un trauma significativo en sus viajes a los Estados Unidos, se ven obligados a defenderse a sí mismos en los tribunales de inmigración sin un abogado o defensor legal.
  • Se está intentando acabar con la ciudadanía por derecho de nacimiento
    • La administración ha intentado poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento -un derecho constitucional- mediante una orden ejecutiva.
  • El Departamento de Seguridad Nacional cerró la Oficina del Defensor de Inmigrantes Detenidos (OIDO por sus siglas in inglés)
    • Una oficina independiente adentro del Departamento de Seguridad Nacional – no conectada con ICE ni con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) – tuvo el labor de asegurar que los centros de detención eran seguras y humanas.

Estamos agradecidos de que haya un gran número de casos que están desafiando y tratando de deshacer algunos de los daños causados por las acciones de los primeros 100 días de la administración. Al mismo tiempo, no podemos ignorar las enormes repercusiones que ya se han producido y los efectos dominó que seguirán extendiéndose. Nuestras voces tienen poder y peso; como se indica en la siguiente sección de nuestro boletín, debemos seguir alzando la voz y denunciando las injusticias que se producen ante nuestros ojos.

Hablar por los que no pueden hablar

Brian Bither, pastor de la Iglesia Menonita Shalom y voluntario de Indiana AID, escribió recientemente esta llamada a la acción para el boletín de su iglesia. Aunque Indiana AID no es un grupo religioso, sus palabras resuenan y amablemente dio permiso para que se compartieran con los lectores de Indiana AID.

“Habla por los que no pueden hablar, por los derechos de todos los indigentes. Habla; juzga con rectitud; defiende los derechos de los pobres y necesitados”. – Proverbios 31:8-9

Hace casi un mes, el presidente Trump invocó una ley de tiempos de guerra de 1798, la Ley de Enemigos Extranjeros, con el fin de intensificar sus esfuerzos para expulsar a los inmigrantes de Estados Unidos. Entonces anunció que había llegado a un acuerdo con el presidente de El Salvador para enviar a los inmigrantes (que ahora serían etiquetados como “enemigos del Estado” en virtud de esta nueva ley) a una mega-prisión en ese país conocida como el CECOT, que puede albergar hasta 40.000 reclusos. Sólo unos meses antes, el International Security Journal incluyó esta prisión en una lista de las 20 peores prisiones del mundo y la clasificó como la tercera peor en general. Allí, a los detenidos no se les concede ningún derecho. No se les garantiza comida, medicinas, ni ropa o alojamiento suficientes. No se les protege de los malos tratos, no se les permite recibir visitas ni ir al exterior. Y son prisioneros de por vida. La prisión no existe para rehabilitar a los delincuentes, sino para castigar a los criminales (y a los enemigos políticos) y para enriquecer al Estado de El Salvador mediante el trabajo esclavizante que extrae de las personas condenadas a vivir allí. Esta prisión es comparable a los gulags de la Unión Soviética y comete casi todas las violaciones de los derechos humanos imaginables. Y ahora nuestro gobierno envía seres humanos directamente allí.

Hay pocas situaciones en las que yo esté dispuesto a señalar una ley o política pública específica y juzgarla como buena o mala en términos morales, pero este es un caso en el que hay que decirlo. Enviar gente al CECOT es malo. Si estás leyendo este boletín, probablemente ya habrás adivinado que esta sería mi postura, y dudo que tenga que decir mucho más para convencerte de ello. Entonces, la pregunta es, ¿qué estamos obligados a hacer al respecto nosotros que somos ciudadanos del gobierno que comete estos actos, así como seguidores de Jesús?

La Biblia da una respuesta bastante directa: hablar en contra. Si estamos en una posición en la que “podemos” hablar, entonces el amor al prójimo exige que levantemos nuestra voz contra el mal. Para que quede claro, hablar “en voz alta” no significa expresar nuestras preocupaciones a amigos afines, como estoy haciendo en esta reflexión. Puede que eso tenga algún valor, pero no nos incumbe a todos, y hay veces en que incluso puede ser contraproducente. Denunciar significa, como dicen los “cuáqueros”, decir la verdad al poder. Enviar un correo electrónico, llamar por teléfono o escribir a las personas a las que hemos tenido acceso para denunciar claramente esta acción, tal y como haríamos si fueran nuestros propios familiares los que estuvieran atrapados en ella. Esto es incómodo porque implica confrontación. Puede parecer inútil porque podemos creer -con razón o sin ella- que nuestras palabras no tendrán ningún impacto. Pero eso es lo que Dios nos pide que hagamos: proclamar la verdad, no controlar el resultado. Así pues, insto a todos los que no nos sentimos entre “los desposeídos” a que encontremos un modo que nos funcione para pedir a nuestros representantes que dejen de hacerlo. Mejor aún, deberíamos encontrar la manera de convertir esto en una disciplina espiritual, de entrenar nuestras voces para estar a la altura de las circunstancias.

~ Brian

La Experiencia de Pedro

Gracias por tomarse el tiempo y darme la oportunidad de poder compartir mi historia. Soy nacido en México, pero llegué al país (USA) en el 2003. Ahorita tengo 27 años; tenía 4 años cuando llegué (enero). Toda mi infancia, adolescencia, y gran parte de mi adultez he estado en el país. Estudié desde kindergarten hasta que acabé la escuela secundaria. Logré obtener DACA y tenía un estatus legal en el país, pero desgraciadamente dejé que mi DACA expirara porque en ese tiempo del 2020 estaba la pandemia del COVID y pasé por un divorcio que utilizó muchos de mis recursos financieros. Perdí el departamento donde vivía y el carro que tenía, al igual que mi estatus de DACA.

Cuando fui levantado por oficiales del Departamento de Seguridad Nacional afuera de mi trabajo, no me explicaron por qué estaba detenido. Llegando a la estación provisional de Chicago me explicaron que la razón por la que estaba detenido era por un crimen que cometí en 2020.

Ahí, me contaron varios compañeros que los oficiales que los detuvieron violaron la ley al entrar a sus casas sin una orden judicial – a uno de ellos le rompieron las ventanas y lo sacaron de su vehículo. Desde Broadview, Illinois, nos trasladaron a la cárcel del condado de Clay en 2 camiones porque éramos 21 detenidos. Fueron 5 horas de viaje que veníamos esposados de pies y manos. Llegando a esta cárcel, nos metieron en una celda de detención que tenía capacidad máxima de 8. Éramos 21 detenidos los que dormimos ahí esa noche como podíamos, porque no había espacio – dormimos tocando la cabeza de unos con los pies de otros, y otro de los detenidos tuvo que dormir en el baño abierto. Los derechos de todos nosotros fueron violentados, al mismo tiempo que los oficiales ejercían leyes discriminatorias anti-inmigrantes en contra de nosotros, porque muchos fueron arrestados solo por el color de su piel, solo por ser de piel morena.

Muchos de nosotros llevamos viviendo ya mucho tiempo en este país sin meternos en problemas, al igual, muchos teníamos trabajos decentes y éramos contribuidores a la comunidad y sociedad. En mi caso, trabajé en una oficina de intermediación aduanera en Chicago, que colaboraba con la agencia de Aduana y la Patrulla Fronteriza.

Gracias por darme la oportunidad de compartir mi historia y parte de lo que he visto y he escuchado de varios compañeros ya deportados que no pudieron contar su historia antes de ser deportados.

Sinceramente,

Pedro F. Arenas Duran

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Foto destacada: Ilustración de un talentoso detenido que aparece en el boletín con un fondo azul claro y rayas blancas detrás. Crédito: Indiana AID.

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